SEMINARIO DE URBANISMO y PLANIFICACIÓN URBANA
Año 2016
EVALUACIÓN MODULO 1
Alumno:
D R K
“Apoliticismo y desagregación de
la sociedad urbana en la participación comunal en el ámbito de la Ciudad de
Buenos Aires “
Introducción
En el artículo uno del primer
capítulo de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se señala
que en esta ciudad existe una democracia con carácter participativo, vale
decir, con un régimen que implica la participación de la ciudadanía en las
decisiones del estado de ésta ciudad autónoma. Por otra parte, a posteriori, en
la sección de “derechos, garantías y políticas especiales”, el texto de la
constitución estipula que “la Ciudad
promueve la remoción de los obstáculos de cualquier orden que, limitando de
hecho la igualdad y la libertad, impidan el pleno desarrollo de la persona y la
efectiva participación en la vida política, económica o social de la comunidad.
En este marco en el que hago mi
pregunta principal ¿cómo se llevan a la práctica estos lineamentos en el caso
concreto de una serie especifica de reuniones comunales? ¿Cómo se traduce
aquello operativamente? Intentaré encontrar explicaciones a través de uno de
los aspectos posibles en los que se materializa esta cuestión de la
participación.
Este trabajo practico es, entonces, sobre la participación comunal: lo primero que quiero decir al respecto es
que con frecuencia semanal (e incluso en
algunas oportunidades, mas de una vez por semana), el Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires organiza “reuniones de vecinos” con dos criterios fundamentales: las reuniones comunales y las reuniones de
relevancia. La existencia de estas reuniones puede ser fácilmente corroborada
a través de la web. En los
hechos, vale sumar, la web del Gobierno de la Ciudad es uno de los canales más
importantes de difusión de la realización de las reuniones en cuestión.
Las reuniones comunales son reuniones para ciudadanos de
cada comuna en particular (también son llamadas reuniones vecinales) y las
reuniones llamadas reuniones de relevancia son, por ejemplo, reuniones para
emprendedores, reuniones para ciclistas, reuniones para embarazadas, reuniones
para corredores, reuniones de comerciales, reuniones hacia la diversidad sexual, etcétera. Yo
centraré mi exposición a través de mi experiencia en las llamadas reuniones
comunales y excluiré toda otra clase de reuniones, como las reuniones del
presupuesto participativo o las que recién explicaba cuyo nombre en la web es
el de “reuniones de relevancia”.
Las reuniones a las que me referiré, en suma, llevan
aproximadamente unos noventa minutos y
consisten en vecinos llamados a ser oradores, una autoridad que escucha, y que
-generalmente en dos oportunidades espacio temporales- hace comentarios sobre cuestiones que con
propio criterio opta por comentar.
Lo diré lo más claramente posible: los vecinos toman la voz
unos 40 minutos, oyen a la autoridad en el caso presente unos 15 (me refiero al dirigente circunstancial rescatando algunos casos:
generalmente es alguno ministro de la ciudad, el jefe de gabinete o el jefe de
gobierno), luego vuelven a tomar la voz otros tantos minutos, y luego “cierra”
el dirigente le aplauden y todos se retiran. No está de más observar que, en los hechos, las reuniones con
dirigentes con mayor cantidad de apariciones en los medios de comunicación,
juntan más gente.
Cabe hacer observaciones desde el principio hasta el final y
estas serán las observaciones que en la argumentación central procuraré
profundizar:
a.
El principio parece empezar con el
reconocimiento de alguien que han visto en la televisión o a quien se reconoce
mayormente por su presencia directa o indirecta en los medios masivos de
comunicación, no se reconoce, por ejemplo, a un economista de la Universidad de
Buenos Aires, como de hecho es el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires a la fecha de redacción de éstos párrafos. Esto hace a
deficiencias sobre las que fundamentare en la sección central y al marco
general que hace al nivel de concurrencia (cabe tener en cuenta que una reunión
sin participantes no sería una reunión como tal)
b.
La segunda observación que cabe creo yo desde
cierta cronología estipulada hacer, tiene que ver con indagar acerca de quienes
están presentes: las reuniones suelen realizarse a las 8 de la mañana y a las
18 horas, en ese marco temporal los presentes responden a una franja etaria
casi determinada (no necesariamente libre, aleatoria y plural) pese a que- como
en toda situación- puede haber excepciones.
Esta observación, amerita más consideraciones, respetando el
método de trabajo aunque en ésta sección introductoria aun no haya sido
explicitado: no solo hay una franja etaria sino que se trata de una franja etaria prácticamente
clasificable pero así también clasificable por su nivel de ingresos.
Usare otras palabras para sugerir lo mismo: a éstas
reuniones va gente de ingresos medios de, por lo general, de más de cuarenta
años. Esta doble segunda observación
también hace a deficiencias sobre las que me explayare en la sección central y
que retoman la teorización que se usa en “La cuestión urbana” de Manuel
Castells.
c.
Considero centrado ofrecer una tercera
observación. Se trata de una necesaria observación sobre el conocimiento de
competencias: cada ministerio tiene sus atribuciones, cada secretaría tiene sus
atribuciones, existen normas
administrativas a cumplir: por eso en el desarrollo o sección central voy a
recordar como intepreta Zingoni esta cuestión y voy a procurar que se
visualizen las deficiencias propias del no conocimiento de este issue por parte
del actor al que podría llamarse “ciudadanía efectivamente participante”
d.
Una cuarta observación va a referir a un marco
que está dentro de la multidimensional dad del tema : tiene que ver con el
contexto y con señalar que al ser
reuniones donde la gente no
dialoga entre sì y donde en ningun
momento se tienen en cuenta los lazos sociales que hacen a la construcción
colectiva del desarrollo, se verifica
una presencia posible de voluntarismos
para la solución de problemas colectivos, que no son solamente fotos que se ven
mal sino películas enteras cuyos finales a nadie le agrada ver. Empero, como se
verifica la posibilidad de voluntarismos, también pesa la ausencia de
asociaciones mas inteligentes, esto hace a una cuarta deficiencia.
e.
La quinta y última observación tiene que ver con
las fundamentaciones de los oradores, ya no solo que les motiva, ni porque
llegaron ahí, ni si están sobre informados, ni si conocen como se constituye la
burocracia, ni quienes son para el mercado:
la quinta y ultima observación ha de hacer hincapié en el discurso, y ,
en harás de una cierta continuidad discursiva propia, analiza sus deficiencias.
El concepto de política que yo concibo no es el el Zingoni en
la obra “Gobernar la ciudad”.
Justamente, el concepto que propone Zingoni de “lo político”, en la obra
ya nombrada, tiene mucho mas que ver con el ámbito de lo dirigencial y de la
necesaria actuación de las autoridades (mas allà del área propia de la burocracia,
que también explica claramente dicho autor).
El concepto de lo político que yo concibo para ésta
elaboración es mucho más humanizado, de hecho lo tomo como algo intrínseco en
el ser humano. Lo voy a expresar de otra manera, con otras palabras, la
política que yo concibo en este breve ensayo es la política que nos lleva a desear como
seres dotados de razón entre unas u otras posibilidades en la vida cotidiana,
es la política que nos hace preferenciar e incluso decidir a favor de unas
cosas en detrimento de otras, es la política que reconoce la fuerza de las
ideas y el hecho de que existen diferentes ideas sobre las mismas cuestiones.
El concepto de desagregación que se lee en el titulo de este
ensayo busca ser un concepto que indica el permanente camino hacia la división
de las unidades a través de mas divisiones, se trata de que el todo social integrado se divide y luego las
innumerables divisiones resultantes se vuelven a dividir y así en lo sucesivo.
Empero, no se sostiene que ello anule la posibilidad de existencia del carácter
político del hombre de la ciudad, pero sí puede llegar a implicar que el peso
de las cuestiones políticas sufra un determinado grado de relativización. Todo
esto siempre pensado en el marco de la
participación urbana en las decisiones políticas y en el contexto de la
globalización, donde los intereses muchas veces son replicas de intereses que
están a cientos de kilómetros de distancia.
Método de análisis y cuerpo de fundamentaciones
Mi método de trabajo es en este caso es necesariamente inferencial,
demuestro dando una serie de casos puntuales y concretos que llevan a “concluir”.
Es un método no valido desde una serie de abordajes científicos, pero me
permito un abordaje que efectivamente lo valora como método. No quiero dejar de
lado que, siendo de Buenos Aires y habiendo vivido siempre acà, seguramente eso
me afecta a la perspectiva.
El método de usar inferencias en sí mismo no es un método
universalmente aprobado por lo que mucho de lo que a continuación se afirma
bajo ese método puede llegar a ser cuestionable y, en ese marco, no se puede
sostener en ciertas instancias espaciales dada la naturaleza del método.
La base del marco analítico, tomando a la consideración de Manuel Castells en la
obra llamada “La cuestión urbana”, indica que
la sociedad ha pasado “de la forma comunitaria a la forma a la forma
asociativa, caracterizada ante todo por
la segmentación de los papeles, la multiplicidad de las pertenencias y la
primacía de las relaciones sociales secundarias (a través de las asociaciones
especificas) sobre las primaras (contactos personales directos fundados en la
afinidad afectiva)”. Sin embargo, lo más importante del marco teórico del texto en cuestión intenta
ser explicado en el punto “b” que aparecerá en próximos párrafos.
a.
La primer observación se pregunta indirectamente
sobre quienes se constituyen como
actores de relevancia o incluso también se pregunta sobre cuáles son los medios
de acceso a la representatividad en el marco de la globalización. Sobre este
punto se pueden hacer lecturas a partir del compendio de artículos que se llama
“La era del vacío” y cuya autorìa corresponde a Gilles Lipovetsky.
Considerando esa
autoría en particular, cabe hablar (léase
también en forma válida “sostener
la idea”) de un ser urbano hedonista y harto de la repetición e insistencia por
parte de –bajo tales ensayos- ahora viejas instituciones como los partidos políticos
( digo “ser urbano” porque mi intención es reflejar al ser urbano, y no porque
la autoría señale a un término como
aquel).
Los problemas políticos en ese mismo marco de autor van a
ser minuciosos, producto de pequeñas
divisiones de unidades, particiones de
particiones, pero, pese a que el grado de detalle posible se entiende como cada
vez mas creciente, tales problemas en sì
mismos interesarán tanto al sujeto como –lo dice el texto- las apuestas que se
hacen en las casas de lotería u otras cuestiones de similar singularidad. Considero a esa conceptualización como útil.
Finalmente, para ubicar de otra manera a éste problema que
se materializa en esto de que se participa mucho si el dirigente sale en
televisión, afirmo que me recuerda a
cuando en clase se sostuvo que , de lo urbano, lo más difícil de cambiar es la
cultura intrínsecamente instalada.
b.
La segunda observación también se puede pensar a
través de Castells: se recuerda que,
como se dijo al principio, es una observación que enfatiza o recalca que en las
reuniones se ve una determinada edad y se estima –para los concurrentes- un
determinado nivel de ingresos.
Si pensamos con Castells que en las
ciudades grandes, el grado de diversificación de los grupos sociales hace a su
reciproca neutralización a nivel de la totalidad de la urbe de la que se trate,
quizás debiéramos tener cierto grado de precaución al definir el grado de
importancia de las reuniones vecinales a
las que yo me refiero.
¿Por qué digo ello? Porque en las reuniones
a las que me refiero, se manifiesta una sobrerrepresentación de determinados
grupos y una sub representación de otros grupos
( podrìa sostener, con el método inferencial que estoy usando, que a a
tal punto es asì esta cuestión de la sobrerrepresentación y la subrepresentacion que –como efectivamente sucedió- en la
reunión sobre seguridad que hubo en la comuna de retiro tiempo atrás, hubo un
único representante de la villa llamada villa 31 en una reunión con mas de 50
asistentes) . Finalmente en esta sección aclaro que la tensión fundamental que se plantea en “La cuestión urbana”
es la relación entre la burguesìa y la
clase obrera, aunque matizada por tensiones que no necesariamente reflejan ese
punto, como la que comentaba recién.
c.
El cuarto punto o cuarta observación, se
recuerda, es sobre cómo se configura un espacio donde cierto conjunto de
soluciones a problemas urbanos y no estrictamente comunales. Se trata de dar cuenta de cómo se puede
clasificar el espacio con las cosas a resolver. En ese sentido, lo que digo al
respecto es que ese espacio es el espacio al que se dedica la burocracia, pero
que en la bajada que representarían las
reuniones, implica una clasificación posible más ligada a la cotidianeidad.
A nivel de lo que es el espacio de los
problemas a resolver por la burocracia, lo que creo que cabe hacer es definir a
la burocracia: tomando a Zingoni se
trataría de un espacio con deberes fijos donde se procura la no arbitrariedad y
la no existencia de personalismos.
Desde la segunda óptica, los problemas como
debatibles en reuniones se expresan entonces por otros medios que no son los
que impone la burocracia: existe toda una serie de temitas puntuales que
no necesariamente salen del orden de lo
comunal:
Arbolado, veredas rotas por diversos motivos, cuestiones con
el alumbrado, problemas con los contenedores, problemas edilicios puntuales en
escuelas e incluso en centros hospitalarios, etcétera (sin nombrar las
secretarìas y ministerios a los que corresponde cada cuestión).
Empero, en ese mismo marco cabe decir que hay otra nómina de
cuestiones que por su trascendental
carácter requieren de una legislación con carácter más netamente ligado a la
ciudad como completitud y, por supuesto, agentes de aplicación: me refiero
básicamente a la seguridad y a la educación como políticas de estado. Algo
similar ha de suceder, y de hecho sucede, con el ítem transporte. Pese a esa
diferencia, a nivel de las reuniones, se sostienen como un ítem mas, con igual
relevancia que los del anterior párrafo.
d.
La cuarta observación requiere recordar muy
sucintamente conceptos de teoría política básica, requiere en tal sentido
recordar que el ciudadano de la antigüedad era el hombre de la polis y no
prácticamente todos como en la actualidad, requiere incluso recordar que en la
era moderna el ciudadano de la época del
estado de bienestar era un sujeto ensamblado entre instituciones (iglesia,
ejército, sindicatos, etcétera).
Sin embargo, retomando alguno de los concepto de “La era del
vaciò”, correspondería señalar que la caracterización posible es la de un
ser hedonista, que busca el placer con
inmediatez, que sufre pero, que pese a
tener la potencialidad de ser un ser que
sufre, este sufrimiento se torna siempre relativizable porque es un sujeto sin
compromisos profundos.
Este cuarto punto u observación, en definitiva , sostiene
que estos particulares agentes que van a las reuniones no son un colectivo que
tenga la capacidad como para construir algo a ese nivel, sino que más bien
disparan sobre la ciudad cosmética aunque su mundo ya no es solamente la ciudad
en sì sino la renombrada aldea global.
e.
La quinta cuestión precisa de una nueva observación
singular. No solo que los oradores no son representantes de sectores con
intereses necesariamente organizados institucionalmente sino que los oradores
no se relacionan entre sì, no existe un espacio para su mutua consulta o
interpelación. No existe control de argumentos (las falacias argumentativas
pueden ser usadas libremente) ni dialogo con la dirigencia que està presente (como dijiera al principio,
aunque con otras palabras, la dirigencia de turno se limita a escuchar y, luego
de escuchar a varios oradores, a reflexionar o responder sobre las cuestiones
sobre las que ellos deciden hacerlo)
Consideraciones finales
En una mirada superficial puede parecer que quizás el ciudadano de la posmodernidad
urbana es apolítico, sin embargo, a partir de la escritura de todos los
párrafos anteriores he intentado dar
cuenta de que ello no es necesariamente
cierto, y como telón de fondo he querido ir contra cierta relativización que
viene a borrar vínculos sociales que en realidad son de vital importancia para
el desarrollo del ser humano con sus constantes progresos.
Claramente, si se
asume el punto de vista de los estudios de economía, rápidamente se hará
evidente que se està dejando de lado al
empleo como necesario cohesionador social.
Finalmente, ni el apoliticismo ni la disgregación de la
ciudadanía parecen ser conceptos universalmente validos.
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