La gran enseñanza del coronavirus

El coronavirus nos está enseñando que la solidaridad no solamente es una palabra bonita y tampoco lo es la subsidiariedad que nos debemos los unos a los otros. Concretamente: Usamos tapabocas para no contagiar a los demás potencialmente. Usar tapabocas así mismo no nos protege de eventuales contagios por parte de los demás hacia nosotros. Aparece un juego o una situacion segun la cual, si alguien no se cuida, pone en riesgo al resto pero ese autocuidado pierde sentido si no lo cumplimentamos todos. La enfermedad pone en juego y torna vulnerable al desarrollo económico: Pone en jaque la condición de existencia de esta sociedad moderna. Nos torna humanos, nos torna sensibles, nos torna unidos. Ayudas a un viejo haciéndole las compras y a la vez ese viejo, qué forma parte de los sectores especialmente vulnerables, no se expone la enfermedad y, ese aporte que le das a la sociedad tarde o temprano a tu favor.
Estamos todos en la misma.
De todas maneras, quiero ser riguroso con los conceptos: Lo que puntualmente te detallaba era sobre la subsidiareidad. A continuación te cuento lo que viene ocurriendo en torno al otro concepto, el de la solidaridad. Pensemos en la solidaridad como aporte lineal esperar nada a cambio: Pensemos que quién la ejerce no conoce bien la situación del beneficiario o del conjunto de beneficiarios y que por tanto confía el acto hace a la felicidad de beneficiario o beneficiarios. Suponiendo que su último sea real, el benefactor crea en su cabeza el hecho de que ésta generando felicidad y eso lo hace feliz. La realidad es que esa solidaridad nace de una necesidad y esa necesidad es lo Injusto de esta sociedad. Esa solidaridad a los beneficiarios, solamente compensa los males pero podemos continuar mis bien pensando que hicimos felices a alguien. Consuelo útil.

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